Joyero de la Virgen de Gracia
Sobre el origen e incidencias del tesoro de la Virgen de Gracia las noticias que tenemos son verbales ya que el archivo del monasterio jerónimo donde residía la Imagen anteriormente desapareció con la desamortización de Mendizábal, y sólo comienzan a ser escritas a partir de ese momento de la exclaustración.
En 1822 se hizo una tasación de las joyas. Desde entonces el tesoro residió junto con la Virgen en el mencionado monasterio hasta que en 1835 los monjes fueron exclaustrados y la Virgen pasó a la parroquia de Santa María, y el tesoro fue vendido en pública subasta. Ante este hecho el décimo marqués de las Torres de la Presa Miguel Lasso de la Vega y Madariaga y su mujer Carmen Quintanilla Melgarejo, natural de Carmona, compraron el tesoro, reservando a la imagen el uso exclusivo de ellas, pero naturalmente reservándose su custodia.
En el año 1948 se formó la Hermandad de la Virgen de Gracia con residencia en la Parroquia de Santa María. Esta se ocupó de su culto; pero las joyas seguían siendo propiedad de los Marqueses de las Torres. En el año 1986 los XIV marqueses, Miguel Lasso de la Vega y Marañón y su mujer Dolores Porres Osborne cedieron las joyas a la Hermandad, por lo que desde ese momento pertenecen de pleno a ella.
El tesoro está compuesto de obras de oro y plata con abundancia de toda clase de piedras preciosas, perlas y esmaltes, y contienen tanto piezas de culto como joyas religiosas y profanas. La época en que se realizaron las piezas es muy dilatada pues las más antiguas –si se excluyen las monedas visigodas- datan de la segunda mitad del siglo XVI, y las más modernas del presente siglo, aunque la mayoría entre fines del XVI y XVIII.
El uso de estas joyas es de dos tipos, un grupo que tiene la imagen puestas, en la mayoría de ocasiones y otro que sólo luce en las festividades especiales, pero en realidad está clasificación es arbitraria y no obedece a ningún criterio especial sino el de tradición o el gusto.
En cuanto a la finalidad de las obras unas fueron creadas especialmente para la Imagen, es decir, que tienen un carácter sacro, mientras que otras son puramente profanas y proceden de donaciones particulares a la Virgen. Un ejemplo de joyas que han desaparecido son una corona seiscentista y una ráfaga ondeada de tipo barroco, como la que posee actualmente la Virgen del Rocío, con los que la Virgen sale representada en los grabados antiguos. No obstante, estas pérdidas de ajuares son habituales en todas las imágenes de culto y el caso de la Virgen de Gracia es precisamente ejemplo de lo contrario pues pocas imágenes han conservado un tesoro tan rico y antiguo como éste.
